Por Laura Calventi y Vivian Purcell
Cuando el 1ro. de abril del 2014 se firmó el Pacto Nacional para la Reforma Educativa, los signatarios y los testigos encendieron la llama de una transformación y aceptaron el reto que supone mantenerla viva. Hoy, 7 años después de esa firma, los actores del sector educativo incluyendo las autoridades actuales, signatarias del Pacto, estamos llamados a hacer un alto en el camino. Nos toca ver los logros y los obstáculos que se han enfrentado en la gestión o en la implantación de las políticas públicas que se han derivado. Y desde ahí plantear las mejoras e innovaciones.
En nuestra nota de trabajo asumimos la definición de políticas públicas que las refiere como el conjunto de objetivos, decisiones y acciones que lleva a cabo un gobierno para solucionar los problemas que en un momento determinado se consideran prioritarios (Tamayo 1997) . En otras palabras, no son más que la manera en que las autoridades (i.e. MINERD) responden a los problemas. En este caso, es notable que la precariedad del Sistema Educativo de la República Dominicana se puede interpretar como un problema y a la vez como un sector prioritario; por lo que corresponde que se impulsen políticas públicas con el propósito de remediarlo. De hecho, es lo que se ha venido haciendo los últimos años.
Es evidente que, en el contexto actual, con nuevos desafíos, nuevos actores, recursos más limitados, el clima político favorece el cambio de las políticas existentes. Sobre esto, la literatura es amplísima. Ahora bien, investigaciones han evidenciado que los procesos de cambios en políticas públicas no son triviales y conllevan, además de suficiente tiempo, recursos monetarios y humanos (BID, 2011). Pero, además, que parar de golpe o cambiar la ruta sin medir o realizar evaluaciones provoca inmensos daños en los procesos que se han desarrollado y en encontrar soluciones al problema que se intenta resolver.
En ese sentido, Otto Granados (2020), ex Ministro de Educación de México, en el libro Cartas a un nuevo Ministro de Educación, plantea que el principal desafío es encontrar cómo mejorar las políticas y programas ya disponibles en el sistema educativo nacional y describir los esfuerzos como parte de las diferentes políticas.
Conclusiones similares se evidencian en el segundo reporte de la firma consultora McKinsey (2010), titulado “¿Por qué́ los mejores sistemas educativos del mundo siguen mejorando?, donde se estudiaron los veinte (20) sistemas con mayores mejoras en su desempeño desde diferentes puntos de partida. Para los fines del mensaje central de esta nota de trabajo recogemos dos de esas conclusiones:
- Un sistema educativo puede mejorar de forma significativa independientemente de donde empiece – y estas mejoras pueden lograrse en menos de 6 años. Este argumento establece que 1) no es necesario innovar demasiado en cuanto a las políticas educativas que ya se han probado funcionales y 2) los cambios conllevan tiempo. Especialmente en el sistema educativo dominicano cuya maduración máxima ha existido desde la última década y donde el hito principal ha sido el aumento del 4% del PIB en el año 2013, un año antes de firmar el Pacto Educativo.
- La continuidad en el liderazgo es esencial. El liderazgo es esencial, no sólo para lanzar la reforma, sino también para sostenerla. Tal como establece Beatrice Ávalos (2018) las leyes y/o reformas por sí solas, no solucionan los problemas educacionales. En cambio, las implementaciones llevadas a cabo con liderazgo, lleva la teoría a la práctica. Dicho de otra forma, las políticas públicas son intenciones, y la implementación y ejecución de estas son las que permiten que esas intenciones produzcan resultados (Reimers, 2020). Además, el verdadero liderazgo establece que la parte dura del cambio no es cómo comenzar, sino cómo hacer que esos cambios sean sostenibles en el tiempo, para evitar la expansión de fallas estructurales sobre todo en sistemas relativamente jóvenes como el de República Dominicana.
El punto de partida de ese comienzo, al que refiere el reporte, en República Dominicana es donde hemos llegado fruto de un trabajo mancomunado entre muchos sectores que activamente venimos trabajando en pro de una educación de calidad para todos y todas. Los mismos actores que hemos estado dispuestos, y seguimos estándolos, a trabajar y a innovar en los aspectos donde sea necesario hacerlo y a continuar invirtiendo energía y recursos para seguir avanzando para el bienestar de los niños, niñas y adolescentes.
Sobre la mesa están dadas las condiciones para reactivar el Pacto Educativo como espacio plural y de seguimiento y están las recomendaciones de un grupo de especialistas para fortalecer sus mecanismos de operación y que ahora toca implementar. La vela esta encendida, la llama aún tiene fuerzas para seguir ardiendo, más que dejarla al viento para apagarla, el reto ahora es mantenerla.
Referencias:
Avalos Beatriz, Presentación Beatrice Avalos, Seminario FID 2018.
BID. (2011). El juego político en América Latina.
Granados, O. (2020). Reflections from a Secretary of Education to his successor at the end of his tenure. Letters to a New Minister of Education. Columbia, SC.
Mourshed, M. Chijioke, C. & Barber, M. (2010). How the world’s most improved school systems keep getting better. McKinsey & Company.
Reimers, F. (2020). Letters to a New Minister of Education. Columbia, SC.
Tamayo, M. (1997). El análisis de las políticas públicas. Universidad Complutense de Madrid.
World Bank. (2018). World Development Report 2018: Learning to Realize Education’s Promise. Washington, DC: World Bank. doi:10.1596/978-1-4648-1096-1. License: Creative Commons Attribution CC BY 3.0 IGO.
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