Autor: Darwin Caraballo
“El día de la marmota” es un clásico del cine contemporáneo (Groundhog Day en su versión original). Protagonizada por el extraordinario actor Bill Murray y dirigida magistralmente por Harold Ramis, esta creativa pieza de arte en formato de comedia relata la confusión existencial y frustración permanente del meteorólogo Phill Connors, quien se encuentra atrapado en una suerte de mágico bucle temporal. Cada mañana al despertar, una y otra vez, Connors revive el 2 de febrero, fecha conocida en los Estados Unidos como el día de la marmota, momento en el cual un ejemplar de este peculiar roedor, supuestamente, predice la duración y la rudeza del próximo invierno.
No pude evitar evocar esta película cuando, una vez más y por enésima vez, el sindicato mayoritario de los educadores vuelve a convocar a un paro de actividades docentes con el consecuente e indeseable efecto de expropiarle a 2 millones de estudiantes la posibilidad de aprender.
De alguna forma, todos quienes trabajamos por una mejor calidad de la educación dominicana y tenemos esa meta como una obsesión, sentimos lo que el personaje de Connors el meteorólogo experimenta en la mítica saga. Así lo he vivido yo por estos días. Temprano por la mañana, los queridos colegas periodistas copan mi teléfono con decenas de llamadas perdidas, o mensajes de Whatsapp. Buscan la opinión de EDUCA al respecto de la situación. Opinión que ya conocen. Que se repite con coherencia año tras año. De hecho he recibido esa misma llamada y recibido los mismos mensajes en 2023, 2022, y así hasta 2013. Seguramente seguirá siendo así, si la providencia, la Junta de Educa y los empresarios, continúan confiando en mí para dirigir EDUCA en 2025, 2026 y 2027. Y aunque no fuera así, y una nueva dirección ejecutiva se hiciera cargo técnicamente de la institución los medios estarían procurando a quien ocupe esta posición o la Presidencia de EDUCA las mismas preguntas para obtener las mismas respuestas.
Respuestas que como un mantra repetimos hasta el hartazgo en EDUCA que se resumen así:
Cada paro de actividades solo perjudica a los estudiantes más vulnerables. Aquellos cuyas familias no disponen de recursos para enviarlos a la educación privada que rara vez, por no decir nunca, se suman a la huelga. Más perjudica todavía a aquellos hogares con jefatura femenina, en los cuales la madre deja de cumplir con su trabajo para cuidar a sus hijos por ausencia de servicio escolar, o bien debe dejar a sus hijos solos en su hogar a merced de la providencia. Esto sin contar con los efectos nocivos que genera la interrupción escolar que requiere de secuencia, sistematicidad y disciplina para el logro de los aprendizajes. En esta oportunidad culminando el mes de abril, con pocas semanas de clases pendientes para finalizar el año escolar resulta particularmente crítico; y no hay duda: sí, se pone en riesgo el año escolar.
¿Hasta cuándo vamos a revivir el efecto Connors? ¿Hasta cuándo los maestros de bien, los profesionales cabales, los profesionales de la educación que admiramos por compartir con ellos día a día actividades, programas, esfuerzos y sueños van a permitir que un puñado alce la voz por ellos? ¿Cuánto tiempo más, las familias seguirán soportando estoicamente los caprichos unilaterales de unos pocos que no tienen reparo en perjudicar a los más vulnerables e indefensos? ¿Cuántas veces más la sociedad dominicana permanecerá indiferente mientras sus hijos e hijas son tomados de rehenes por reivindicaciones, que aun pudiendo ser legítimas, impregnan de injusticia la suerte de los más débiles? ¿No es acaso el lujo de la miseria, como versa el refrán, echar por la borda RD$1,538 millones diarios cada vez que se para la educación? Habiendo tantas necesidades en la salud, la vivienda, la seguridad y también en la educación, esta situación parece propio de una conducta ludópata.
La ADP reclama hoy por un 20% de crecimiento salarial. Más allá de la discusión moral de si es justo o no (EDUCA siempre ha insistido y defendido que los docentes ganen lo máximo que la sociedad pueda pagarle), lo cierto es que el salario docente es de los pocos que ha tenido un crecimiento real sostenido, año tras año, en los últimos 12 años. Hoy un docente del sistema público en los niveles de primaria y secundaria devenga en promedio un monto mensual de RD$63,450.50. Unos RD$3,437 por día efectivo trabajado contado los días de docencia directa y aquellos de preparación y cierre del año escolar.
Los más de RD$43,000 millones demandados por el sindicato exceden la capacidad del 4%. Simplemente, no hay recursos para atender a esa solicitud, ni justificación alguna cuando el impuesto inflacionario anual registrado por el Banco Central de la República Dominicana se ubica levemente por encima del 3.5%.
No obstante, es necesario avanzar y salir del bucle. Es necesario salir de esta suerte de rueda de movimiento perpetuo para que esta situación no vuelva a repetirse ni en agosto cuando asuma un nuevo gobierno y esté a punto de comenzar el nuevo año escolar, ni en febrero curiosamente pocas semanas antes de la primera rendición de cuentas de la administración de gobierno que asuma el 16 de agosto por voluntad popular.
Por eso EDUCA propone la creación de un Fondo de Reconocimiento al Profesionalismo Docente. Este fondo premiaría a aquellos educadores que presenten inasistencias injustificadas inferiores al 2%, rendimiento de sus estudiantes por encima del promedio de su distrito, y una alta valoración de más del 50% de los padres de sus alumnos, con el 50% de ingresos adicionales al finalizar cada año escolar. Así, un docente con este nivel de desempeño devengaría por ley un paquete anual promedio de RD$ 824,850 más el premio por su compromiso y dedicación correspondiente a RD$ 412,425 en promedio.
Nos consta que cientos de docentes serían acreedores a este justificado premio. Merecido reconocimiento de la sociedad dominicana a quienes hacen posible que cada niño y niña tenga las herramientas para ser arquitectos de su propio destino.
Este Fondo de Reconocimiento al Profesionalismo Docente, no costaría un centavo más a las arcas del Estado ni incrementaría el 4%. Se nutriría con los descuentos acumulados a razón de RD$ 3,437 por día de cada docente que se ausenta injustificadamente de las aulas, que no cumple con el horario escolar, o que le da igual si sus estudiantes aprenden o no. En EDUCA hemos realizado las simulaciones econométricas y es más que factible su consecución.
La sociedad dominicana y su sistema político está madura para dar este paso. También su sindicato, en el cual hay gente sensata, profesional, estudiosa y que quiere lo mejor para los educadores y los estudiantes. Ese debe ser el punto de contacto. Los culpables no son los docentes, son aquellos inescrupulosos que se visten de educadores pero que usurpan lo más caro de su identidad. El culpable, no es el sindicato, son aquellos sindicalistas que detrás del cuerpo de una institución noble y baluarte de la democracia se viste de dirigente para ocultar sus intereses políticos o comerciales. Esos son quienes deben pagar el precio de la fiesta y no los profesionales de bien, los sindicalistas auténticos que defienden los intereses de los trabajadores y mucho menos, muchísimo menos los niños, niñas y adolescentes.
A esos, a los farsantes, a los impostores de maestros, profesores y sindicalistas la sociedad dominicana le debe recordar el lema de la Casa Stark de Game of Throne para seguir con la alegoría cinematográfica: “Winter is coming” y advertirles que esta vez la marmota les augura un invierno duro y crudo.
Las Notas de Trabajo son instrumentos que utiliza el Equipo Técnico de EDUCA a la hora de investigar sobre un determinado tema vinculado a la educación. Las Notas de Trabajo constituyen insumos fundamentales para posiciones institucionales reflejadas en productos publicables de la institución. Las Notas de Trabajo no necesariamente comprometen la opinión de la institución ni de los miembros de su Junta Directiva.
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Aplaudo de pie este artículo y su valioso contenido!